Aléjate y el toro no se iba hasta que un gran día saque al torero que llevo dentro. Saque la espada y acorrale al bravo animal, apuntándolo con la espada le arroje pétalos de rosa... el enfurecido toro cayo de rodillas; el aroma le invadía en todo su ser, era la esencia de la vida, el aliento del espíritu.
El toro se acostó plácidamente; dio su ultimo suspiro y murió de amor en el lecho de los pétalos; después de todo creo que con el podemos vencer el obstáculo que la vida nos pone a prueba.
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